Leeme un cuento

Querida pastora,
querida lectora,
ya que estás ahí,
en una parte de mi imaginación,
donde te reflejas en el iris de mis conceptos visuales,
por favor, leeme un cuento.

Leeme ese cuento,
que me haga retornar a la niñez,
que me haga sentir acunado,
mecido, abrazado, querido y mimado.

Leeme un cuento,
de principes y princesas,
donde todo es muy feliz,
y los paisajes se reforman
de color en color,
de pincelada imaginativa,
con decorado inspirado.

Querida seductora,
amapola querida,
querida señora,
querida doncella,
querida doctora,
ya que estas ahí,
fruto de mis frutos,
calma de mi soledad,
antojo de mi imaginación,
capricho de un destino pactado,
por favor, leeme un cuento.

Leeme ese cuento donde lagrimas se vuelven pasteles,
y los temores se transforman en golosinas.

Donde por un momento puedo volar,
puedo nadar, puedo sentir, puedo escuchar,
donde puedo ser lo que quiero ser,
donde puedo ser lo que intento ser,
donde puedo ser la fragancia de una mariposa,
y el aroma de una palabra.

Francisco Peiró