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viernes, 6 de noviembre de 2009

Quizas ni existiría


Quizás no existiría si no existiera el color,
porque los colores me hablan, me explican, me seducen.

Un color es como una imagen,
una imagen es como un resumen de palabras,
una palabra es el eslabón de un pensamiento,
un pensamiento es el descendiente de la idea,
un pensamiento es el piloto de prueba,
que pasa de teoría a practica en un santiamén.

Un santiamén equivale a sesenta segundos terrestres
de nuestra era, de nuestros sueños, de nuestra libertad.

Quizás, como me dice el dicho,
hay más fuera que dentro,
pero es difícil estar cuerdo,
después de darle tantas veces al reloj,
después de tachar tantos días del calendario,
día a día, mes a mes, pensamiento a pensamiento.

Yo ni estoy cuerdo, ni estoy vivo,
simplemente estoy,
porque a mi edad,
en este momento, donde quizás estoy
a tres cuartas partes de mi vida,
o en mi punto terminal,
no voy a patalear, ni tan siquiera gimotear,
pensando que la muerte está en mis talones.

Ni tan siquiera me giro para ver si mi sombra
es realmente mi sombra.

Ni tan siquiera miro mi pasado, con muecas de pena,
es más lo hago con signos de admiración,
porque yo soy el producto,
de los multiplicandos de cada instante vivido,
multiplicado, por el amor y el desamor sufrido,
por mis triunfos y fracasos,
por mis familiares y amigos,
por mis ideas, mis celos y mis iras.

Y todo ello da un resultado equis,
que no necesito despejar,
porque todo está en el maletín de los recuerdos,
y es camino recorrido, es cima escalada
es bocado comido, con sus momentos de felicidad.
Francisco Peiró

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