El tiempo, ese pulsímetro de la vida, |
esa bofetada acida al viento, |
ese termómetro de la madurez, |
esa flor blanca sin pétalos, |
esa mariposa que sin alas, aun vuela, |
que sin sonrisas aun vive, |
que sin miradas aun existe. |
La existencia en la vida, |
esa vida que acota a veces, |
y enriquece en algunas otras. |
Cuantos días mueren antes de nacer, |
cuantos pensamientos se aferran a nuestros temores. |
Cuantas noches naces en mi oscuridad, |
porque tu solo tu, |
eres ese amanecer que me hace sonreír |
la palabra justa que hace latir mi corazón, |
el acento que me hace cantar, |
el dictado que me hace escribir. |
La musa que vive, |
entre cuatro pétalos, porque aun eres la flor, |
mas bella de mi jardín. |
Por eso quizás, |
cuando mis ojos se abren, |
surgen esos nudos en el amanecer, |
que intentan aferrarse a lo bello, |
a lo dulce, a lo perfumado, a lo permitido… |
Nada es infinito, o casi nada, |
tan solo lo son nuestras verdades, |
nuestras convicciones, |
nuestra pureza, nuestra entereza y nuestra virtud. |
Nada es lo que es, |
en este mundo de espejos, |
que reflejan lo que queremos ver, |
y esconden, lo que no queremos saber. |
Por eso quizás, |
el mundo, este mundo, tu mundo, |
carece de esa lógica que nosotros entendemos, |
porque la ley de la naturaleza, |
porque la ley del hombre, |
esta hecha por experiencias vividas. |
por experiencias pesadas, |
en la balanza de lo racional. |
Autor: Fco. Peiró Gimenez |
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lunes, 28 de marzo de 2011
Nudos en el amanecer
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