Como una cenicienta,
esperas a tu príncipe de hojalata,
a ese hombre de paja que te haga feliz,
dentro de tu cuento de hadas.
Pero tras tu cortina artificial,
de sueños, promesas y deseos,
habita ese duende de chocolate,
que con su dulzura,
te ayuda a entender esta vida de hierro,
que se oxida con las lagrimas de la desilusión.
Si nos parásemos a pensar lo que es la vida,
veríamos que tan solo es aire,
que sale de nuestros pulmones,
que es agua liquida,
que se escapa entre nuestros dedos,
que es papel mojado,
que enturbia nuestras ideas.
Por todo ello, debemos forjar nuestra sonrisa,
como si fuese acero,
nuestra mirada, como si fuese lo único que nos queda,
y luchar y luchar,
con nobleza y sin ira, con amor pero sin odio.
No debemos culpar a los demás
de nuestras desgracias,
simplemente, a veces podemos llegar a ser
el patito feo de este cuento,
el prota malo de una peli.
Debemos intentar mejorar,
creer y crear en nuestra vida,
vivir con calidad, y esperanza,
dar lo mejor de nosotros,
y a si, siempre Serra una convivencia extraordinaria.
Debemos sonreír,
cuando perdamos una batalla,
y analizar los comos y porqués.
Cuando se rompe un amor,
cuando te dejan de querer,
pensemos que quizás es la propia inseguridad
de esa persona,
sus temores, su inmadurez,
su falta de capacidad de amar, de entender
y de compartir las que lo han hecho lo que es.
Y si la culpa es nuestra, cambia,
vístete con tu mejor sonrisa,
abre tu corazón, al secreto de la madurez,
radica en aceptar tus defectos,
como el equilibrio a la soberbia, la prepotencia y la hipocresía
Autor: Fco. Peiró Gimenez
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viernes, 6 de mayo de 2011
Creen y crean
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1 comentario:
Un poco triste verdad? al menos yo lo veo así.
Besos amigo.
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