La nostalgia se vuelve aceite hirviendo, |
que nos quema, cuando no hemos sabido aceptar, |
la derrota del momento, |
la inmadurez de nuestro pasado, |
la desfachatez de nuestra soberanía, |
la incompetencia de nuestros sentimientos ante los demás. |
Y hoy estamos aquí, con pensamientos del pasado, |
que no nos dejan ver el presente, |
y mucho menos el futuro, |
Nos sentimos especies raras y en extinción, |
cuando en realidad somos peces de colores, |
cada uno con su personalidad, con su luz, con su color…. |
Nos sentimos culpables aunque disimulemos |
que siempre tenemos la razón. |
Para nosotros, el ser cautelosos, |
es una medida inmensurable, |
es un liquido insaboro, |
es un fuego que quema la liquidez |
en nuestras entrañas. |
Nos sentimos héroes de cara a los demás, |
pero insatisfechos por dentro, |
quizás porque ese cambio constante de la humanidad, |
es lo que hace que evolucionemos, |
porque la esencia del ayer, |
mantiene las razas, en sus políticas y costumbres, |
pero las innovaciones nos hacen más libres, |
más ateos, más atentos, más maleables. |
La verdad que nadie alcanza la saciedad, |
siempre queremos más, |
y no paramos de acumular riquezas |
que tan solo secan el alma, |
que tan solo nos acorta la vida. |
Quizás la nostalgia es un corrector |
de nuestros movimientos, |
un predictor que nos dice que si si o que si no |
realmente estamos embarazos, de nuestro ego, |
cuyo parto solo se realiza, |
si sabes compartir con los demás, |
si sabes apartar la realidad con lo negativo, |
si sabes vencer tus miedos y tus temores, |
si sabes aprender a volar hacia donde el destino te lleve. |
Autor: Fco. Peiró Gimenes - © Todos los derechos registrados |
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lunes, 21 de febrero de 2011
La nostalgia
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