Gemía el poeta,
porque su diva no sabia que existía,
pero aquel dolor de amor contra desamor,
fue lo que creó, en sus letras,
la romántica sensualidad,
de unas frases concretas.
Sus ojos humedecidos,
lloraban al compás de sus tintadas palabras,
que letra a letra componían su destino
encima de aquel papel,
que era su paño de lagrimas.
Su corazón, latía por inercia,
sus manos acompasaban el tic tac del tiempo,
mientras que sus piernas nerviosas
no paraban de caminar entre su fantasía y su imaginación.
Él en su soledad,
soñaba con su musa, con la dama de luces,
con la esposa de por siempre,
con la princesa de sus bailes,
con la duquesa de su corazón, y sonreía,
y observaba, como hasta los pajarillos
canturreaban desde sus piquitos,
sonidos que el solo sabia interpretar.
Su amor era tan intenso,
que sus palabras fueron las aliadas de su alma,
que sus pensamientos,
fueron la mejor sonrisa que le regaló la vida.
Autor: Fco Peiró Gimenez © todos los derechos reservados
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